En los primeros años del siglo XXI, ha empezado a abrirse paso el nacionalismo. De la mano de la candidatura presidencial de Ollanta Humala, la propuesta nacionalista se convirtió en fuerza política nacional y estuvo a punto de ganar las elecciones presidenciales del 2006. Hoy mantiene una fuerza política dada sobre todo por su presencia en el parlamento y el capital político que aporta Ollanta Humala, aún cuando el Partido Nacionalista Peruano esté todavía haciendo esfuerzos por dotarse de una real estructura partidaria. Por su izquierda se encuentra el etno cacerismo de Antauro Humala, con los problemas que le genera estar preso, con una fuerza política menor, pero sin duda con posibilidades reales de incidir en la coyuntura política.
En los últimos meses ha ido cobrando forma una expresión indigenista en política, el partido indigenista podría llamarse, aún no tiene nombre. La Cumbre de los Pueblos mostró la voluntad de este sector por manifestarse de manera autónoma. Es una corriente en formación que tiene la gran ventaja de tener una identidad claramente definida desde el comienzo y, en principio, una sola organización.
La izquierda socialista por su lado aún no resuelve sus problemas de unidad. Aún se mantiene una especie de diáspora en la que se mueven miles de activistas de izquierda. Hay avances sustantivos pero aún insuficientes para una actuación conjunta. De alguna forma la Coordinadora Político Social (CPS) que reúne a partidos de izquierda (incluyendo al PNP) y a gremios sindicales y sociales se ha convertido en el espacio unitario más sólido de los últimos años para las fuerzas socialistas.
Sin embargo no basta. La CPS permite una coordinación más estrecha, más permanente, reúne más fuerzas que experiencias anteriores, pero no basta. El Socialismo de nuestro siglo necesita un referente político más claro en objetivos y más unido como expresión organizativa. Nos falta la audacia para ser un solo partido, una sola organización, que reúna a todos los socialistas, a los del PS, a los del PCP, a los del PSR, a los de Comité Malpica, a los del PC del P, a los del FOCEP, a los de Pueblo Unido, a los del FEDEP, a los de Voz Socialista, y a todas las siglas que se reconozcan como socialistas.
Un espacio de esa naturaleza haciendo política, movilizando miles de militantes en todo el país, actuando de manera homogénea, cambiaría el espectro político nacional y obligaría a reubicarse a todas las fuerzas políticas. De hecho cambiaría el escenario de la política en el país. Nadie perdería identidad partidaria porque eso no se logra por decreto, pero todos nos veríamos obligados a construir un nuevo proyecto para el país y la población podría encontrar una izquierda audaz y confiable, renovada, pero fiel a sus mejores tradiciones, una izquierda capaz de ser el eje articulador que el país requiere. Esta izquierda estaría en condiciones de ignorar la lucha doméstica por espacios pequeños y luchar en la construcción de espacios de poder real. Una izquierda de estas características podría forzar la articulación de nacionalistas, indigenistas y socialistas en una sola fuerza, un solo frente nacional, popular, democrático, capaz de traerse abajo al gobierno aprista, el modelo liberal que éste sostiene y abrir el espacio para un gobierno del pueblo, cuyas banderas recojan las demandas históricas que la población hoy exige.
Qué falta para dar este paso?, Qué falta para reunirnos y trabajar juntos?, Qué falta para reconfigurar la representación política del pueblo en el siglo XXI?, audacia, vocación de poder, ganas de cambiar el país, fuerza para cargar sobre nuestros hombros esta tarea, ganas de conquistar espacios de poder. El 9 de julio es el Paro Nacional, todos los esfuerzos de la izquierda socialista están puestos en función de este paro, la lucha nos acerca y nos une, la lucha nos reta a la audacia, la unidad no puede seguir siendo discurso de ceremonia, la unidad también es un factor de poder.
Augusto Malpartida
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